martes, 7 de febrero de 2012

Damasco: la ciudad más antigua del mundo

Si no nos ayudáis nos matarán, dice el cartel
Con seis mil años de vida, Damasco es la ciudad más antigua del mundo. Dicen, que entre  sus recovecos, se encuentra la primera casa que habitaron Adan y Eva cuando Dios los expulsó del paraíso. Hoy hubiera sido un destierro propio de un castigo divino. Toda Siria es un infierno y su dictador, el ex-oftalmólogo educado en Londres,  Bashar Al Assad, está dispuesto a convertirse en un demonio para los suyos. Empezando por los niños : Unicef denunció hoy que más de 400 niños han muerto y otros tantos permanecen detenidos de manera arbitraria en Siria, muchos de ellos bajo tortura y abusos sexuales.
Y los demás ¿ qué hacemos? Pues poco. Cinco países europeos, entre los que cuenta España, así como los seis estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo y Estados Unidos, han retirado ya a sus embajadores de la ciudad y llamado a los representantes sirios en sus países a consultas.  Es una pequeña medida de presión para intentar aplacar la locura de violencia del dictador que no para de bombardear a civiles alegando que son terroristas. La ONU se divide. Rusia y China van por libre. 
Mientras, nadie sabe muy bien que es lo que pasa allí porque no permiten el acceso de periodistas a Homms, la ciudad más castigada por la violencia armada.
El Profeta Isaías, en el  Capítulo 17, versículo 1, versión Reina Valera, habla de la Profecía sobre Damasco: "He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será un montón de ruinas." No debemos permitir que la profecía se haga realidad, si la ONU no logra convencer a Rusia y China de que es necesario actuar, tendrán que ser los civiles los que hagan valer su criterio de paz. La primavera árabe en Siria se enfrenta a su invierno más largo, un invierno de dolor que se ha cobrado la vida de más de 5.000 personas.  Que les llegue nuestro aliento.






Hoy se celebra el 200 aniversario del nacimiento de Charles Dickens. El genial escritor fue un abanderado de la justicia social y no dudó en fustigar en sus escritos a la clasista Inglaterra victoriana en la que vivía. Una sociedad en la que las desigualdades eran tremendas: mientras unos nadaban en la opulencia otros morían de hambre. Los niños fueron uno de sus temas favoritos: ¿quién no lloró con Oliver Twist? Tengamos hoy, en este momento de crisis mundial, muy presente su mensaje: el capitalismo salvaje nos lleva a la injusticia más cruel, donde el poderoso devora al débil.

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