Ser blanco ser negro, ser blanco y negro a la vez. Este es el dilema que presenta Nella Larsen en su novela Claroscuro. Un relato escrito en 1929 que ahora llega hasta nosotros traducida al castellano por Pepa Linares y la editorial Contraseña. Son los años 20 en Nueva York, Harlem y sus habitantes negros viven su época dorada. La música, la cultura y el arte florece entre esta comunidad orgullosa de su raza. Pero no todos opinan igual. El color de la piel, en algunos casi blanco, brinda la oportunidad de pasarse al otro lado, de vivir la otra vida. Una tentación que algunos no resisten.
Nella Larse, de madre sueca y padre negro, extrae de su propia biografía la experiencia de la raza excluida. Retrata con minuciosidad los sentimientos y tensiones que condicionan la amistad entre dos mujeres negras de piel muy clara: Irene Redfield, casada con un médico afroamericano y fiel a su raza y Clare Kendry quien ha optado por ocultar su identidad racial y vive como blanca, está casada con un hombre rico que desprecia a la gente de color. Dos formas de entender la vida que llevarán a un desenlace trágico.
La historia es cautivadora y temperamental, pero tan interesante como la trama es la introducción que la editorial nos ofrece sobre la escritora. Una mujer que conoció al Lorca de Poeta en Nueva York, viajó Europa gracias al dinero de la beca Guggenheim, la primera que se concedía a una mujer afroamericana y vivió en Palma de Mallorca la proclamación de la República. También sufrió la infedilidad de su marido y acabó divorciándose. Su carrera literaria sufrió un revés y acabaría su vida trabajando como enfermera. Murió sola en 1964.
Publicado en La Voz de Galicia.
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