Remitido por Pucho Méndez
Siempre me parece interesante leer a Chaves Nogales, que con su estilo del más puro periodismo, nos narra aquí un viaje indudablemente meritorio y de alto riesgo. El viaje lo realiza en la “aviación “de 1928, y son increíbles las peripecias que le acontecen y que él cuenta con la naturalidad de lo cotidiano. Al menos dos aterrizajes de emergencia en pleno campo y que no alteran el talante ni el humor del narrador.
El libro nos describe como es la Europa de la época, resaltando la realidad rusa diez años después del triunfo de la revolución bolchevique y como en tan poco plazo un millón de comunistas habían conseguido dominar y controlar a un país de ciento treinta millones de habitantes. La realidad era esa y ya entonces no había ninguna posibilidad de contrarrevolución, hasta la “Perestroika”, ya que el ”camarada” Stalin, que puede presumir de ser el mayor asesino de la historia de la humanidad, controlaba con mano de hierro a toda la sociedad rusa., incluyendo la liquidación de sus antiguos correligionarios como eran Trotsky y los trotskistas.
Una de las historias a resaltar, por su patetismo, es la de su encuentro con Ramón Casanellas, autor del atentado contra Eduardo Dato. Este personaje lamentable y pintoresco, es un catalán inculto que nunca llegó a dominar su propio idioma y que aprendió el castellano oyendo a los comunistas sudamericanos durante sus visitas a Moscú, el resultado es un mal castellano trufado de giros americanos y catalanismos. La realidad es que el tal Ramón era, en la época del atentado, un joven desesperado sin trabajo sin cultura y sin futuro, dispuesto a cualquier cosa que se le propusiera.Una “perita en dulce” para cualquier organización terrorista, entonces y ahora. Creo que merece la pena leerlo ya que del resto de los países que visitó, sobre todo de Alemania, hace unas premoniciones que a la postre resultaron muy certeras.
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