Aquí estamos hablando de lo más selecto de la alta sociedad neoyorquina, no hablamos de ricos y buena situación social , ni advenedizos o nuevos ricos , aquí sólo juegan familias con tradición, abolengo, exquisita educación y mucho, mucho dinero. El cronista, con cierto aroma de Truman Capote, consigue infiltrarse en un mundo hermético ferozmente autoprotegido y cuya estanqueidad no permite el asomo ni de actos delictivos o vergonzantes, pero que él, una vez dentro, aprovecha para contarnos esta magnífica historia.
En este contexto se produce el hecho inesperado de la llegada de la futura Ann Grenville, bellísima mujer de bajo extracto social que no deja pasar la oportunidad de incrustarse en lo más alto usando primero el sexo, después el sexo, y por último, una astucia y sangre fría solo comparable a la de su rival y enemiga: su suegra Alice Grenville. Un gran duelo entre dos temperamentos fuertes capaces de negociar en aras de mantener el status y los privilegios de clase.
La historia te apasiona y te lleva desde el Upper East Side de Manhattan hasta lo más selecto de Suiza Francia o Inglaterra. La determinación de una chica de pueblo nunca debe subestimarse y en este caso la llevará a situaciones límite inesperadas para ella, pero no para el lector expectante que ve avanzar el tren sin posibilidad de detenerlo antes del choque. Hay un gran elenco de personajes en toda la obra, pero para mí las dos mujeres son, con mucho, la fuerza, la astucia y la lucha a muerte, siendo el marido de Ann y sus hijos, acompañantes, pero no tenores. La recomiendo con pasión.
Remitido por Pucho Méndez.
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