Su madre y su hermana completarán para nosotros los hechos terribles que llevan a su fatal pérdida. Su hermano, el escritor, es la cuarta voz, la memoria viva que recupera la tragedia y la dulzura. La nostalgia nos envuelve. La película narrativa se rebobina y volvemos a sentir la luz en la calle desierta, el sol en la habitación de la planta baja. Sentir, ver. Esta es la clave. Una pérdida que no nos abandona al cerrar el libro. Una historia poética y perfecta. Todo encaja.
Elena, me alegro que te haya gustado. Yo cuando lo tuve en mis manos no lo podía soltar y, por ello, hice casi de inmediato una lectura y una relectura. Un libro que difícilmente caerá en el olvido.
ResponderEliminarA mi también me pasó... Leer y releer...
EliminarUn libro magnífico elena, me gustó muchísimo, breve, conciso y evocador. por ahí tengo mi reseña preparada para publicar yo también. un beso.
ResponderEliminarEstaré atenta para leerte
EliminarMe gusta evocar viejas calles, me encantaría perderme con el deambular de ese niño por aquella ciudad dormida en el tiempo. Un beso
ResponderEliminarEsa nostalgia que engancha, que te conecta con tus propios recuerdos
EliminarLo tengo apuntado y desde luego con tu reseña, sube muchos puestos en la lista de pendientes.
ResponderEliminarBesotes!!!
Salta le algún puesto en la lista porque se lee en unas horas y es una maravilla.
EliminarYa veo que no quedará más remedio que llevársela :)
ResponderEliminarUn beso
pues si.. .)
EliminarTenia apuntado al autor pero no con esta novela a la que ahora añadire la que hoy nos recomiendas, un beso
ResponderEliminarno sé cuál ibas a leer Rocío... pero empieza con esta
EliminarEste Thomas Wolfe es el autor de La hoguera de las vanidades?
ResponderEliminarNo el otro es Tom, no tiene nada que ver. Ni época,ni estilo, ni calidad literaria.
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