viernes, 24 de julio de 2015

Doctorow nos guía por el laberinto en el cerebro de Andrew.

Hoy ha muerto Doctorow. Otro grande que se va!


Puedo hablarle de mi amigo Andrew, el científico cognitivo. Pero no es agradable. Una noche se presentó con un bebé en brazos ante la puerta de su ex mujer, Martha. Porque Briony ... , su joven y encantadora esposa posterior a Martha había muerto ". "¿De que?" "A eso ya llegaremos" Con este impactante párrafo arranca Doctorow su ultima novela con la que se aleja se sus habituales panoramicas historicas con infinidad de personajes que le han dado la fama como las magníficas Ragtime o La Gran Marcha. Lo que nos propone ahora este eterno candidato al nóbel es introducirnos en la clasutrofóbica mente de Andrew . Un hombre que vive en un universo peculiar que nos irá desvelando poso a poco en las conversaciones que mantiene con su médico. A través de llas conocemos los personajes de su vida: sus dos mujeres, una de ellas ya fallecida, sus particulares suegros y su mundo diminuto, su hija . Son solo 176 páginas pero de gran densidad y adobadas con un peculiar sentido del humor. Los saltos temporales confieren un desorden al relato que nos sorprende con giros inesperados y  adquiere hacia al final tintes surrealistas, con unaextraña escena en la Casa Blanca. Un libro que rompe la trayectoria de un escritor consagrado que no ha tenido miedo a innovar aunque le haya costado numerosas críticas. "La verdad es que de todos los libros que he escrito, este es el que juzga más severamente al lector”, ha dicho Doctorow. Espero que no muy severamente.


Publicado en La Voz de Galicia.




sábado, 18 de julio de 2015

Rock y poesía para una novela negra.

Carlos Zanón ha sido galardonado con el Premio Dashiel Hammett a la mejor novela negra del 2014 por su obra «Yo fui Johnny Thunders», sobre la historia de un perdedor en una sórdida trama policial ambientada en Barcelona.

Una novela negra escrita por un poeta. Una trama en la que no hay policías, no hay investigación, no hay misterio, pero sí violencia y dolor físico y psíquico.En Yo fui Johnny Thunders también hay rock&roll.
El poeta Carlos Zanón  retorna a la prosa para componer una narración tan intensa como Train in Vain del grupo The Clash . La trama desmenuza las glorias y miserias de un músico de rock fracasado. Un perdedor que regresa a su barrio barcelonés de Horta para tratar de jugar su segunda oportunidad, un intento de volver a la casilla de salida y rebobinar, como cuando el futuro aun era una incógnita. Un esfuerzo vano. “¿Vas de revisión de vida? Fijo que sí. Lo conozco, libreta nueva. Pero no sirve de nada, chico rock’n’roll., Las faltas de ortografía están ahí cuando abres los ojos. Y marcadas en rojo”. Así lo resume Liz, su primer amor.
En el viejo barrio le esperan las miserias de siempre, la cuesta abajo de los fracasados. Un padre derrotado y amargado que rebusca la basura, una hermanastra amenazada y víctima de malos tratos, un distribuidor de droga que imparte misericordia y unos amigos a los que la vida no ha tratado bien. El protagonista es Francis, o Mr. Frankie, según sea el artista o el guarda jurado,  un perdedor al  que Carlos Zanón retrata sobre el fondo de la banda sonora de los años 80 con la intesidad de un poema, con una prosa cargada de imágenes, de sentimientos y también de nostalgia. La novela avanza imparable y nos obliga a seguir sin aliento el camino hacia el desastre. Un sendero marcado por la frases breves, como latigazos, por la narración directa y el aliento poético.
Descendemos con Francis hasta los infiernos y sufrimos la soledad y el desamor en toda su crudeza. Un protagonista abatido  e incapaz que no encuentra su sitio en el mundo y que ha fracasado en su profesión y en su vida. Divorciado, con dos hijos que apenas conoce, siempre abrumado con las citaciones judiciales por no pagar la pensión, rememora sus desperdiciados años de gloria en los que fue su héroe el cantante, y personaje real, Johny Thunders. Un héroe de la guitarra de biografía maldita en el que protagonista se mira y se reconoce. La esclavitud de la droga, el narcótico del alcohol, los autoengaños, los sordidos despertares a la realidad. Las dolorosas pérdidas a lo largo del camino."La gente nunca fue muy real para mí. No sé como explicarlo. Las canciones sí que lo eran , atraían el resto de cosas hacia mi. No sé, algo así", dice Francis de su época en la cresta de la ola.  Los amigos del barrio y su impuesta lealtad al grupo, el miedo a acobardarse, acaban por abocarlo al desastre del que quiere escapar y no encuentra la dirección correcta.
A Francis no le bastará con escuchar «Debaser» de los Pixies, para salvarse, aunque, el «Train In Vain» de The Clash a veces puede sacarte a flote. Una novela que taladra el cerebro y acelera el corazón. Como el buen rock&roll. Una historia que a Zanón ya le ha valido un premio, el Pata Negra y sus lectores las ganas de volver a escuchar rock.